sonrisa de guerra

12/05/2010

La mujer de la foto sonreía a pesar de estar harapienta y sucia, a pesar de haber perdido a su familia en los restos del bombardeo que humean tras su espalda y a pesar de que el ejército ha tomado la ciudad y sabe lo que les hacen a las mujeres. Es probable que sólo sonría porque el autor de la fotografía es un soldado enemigo y quiera, de alguna forma, mostrarse digna, aunque, seguramente, el verdadero motivo por el que sonríe es que el fotógrafo no ha reparado todavía en que, al final de su mano cerrada, sobresale la punta oxidada de un cuchillo.

	La mujer de la foto sonreía a pesar de estar harapienta y sucia, a pesar de haber perdido a su familia en los restos del bombardeo que humean tras su espalda y a pesar de que el ejército ha tomado la ciudad y sabe lo que les hacen a las mujeres. Es probable que sólo sonría porque el  autor de la fotografía es un soldado enemigo y quiera, de alguna forma, mostrarse digna, aunque, seguramente, el verdadero motivo por el que sonríe es que el fotógrafo no ha reparado todavía en que, al final de su mano cerrada, sobresale la punta oxidada de un cuchillo.

la última

05/05/2010

Hasta que decidimos volver a colgarla en la pared de la casa probamos con todo: cubos de sangre mezclada con vísceras de animales, terneros vivos, incluso crucifijos, pero fue inútil. Nadie que esté vivo les ha visto. Uno sabe que vienen porque las lechuzas callan esa noche, luego llegan al alba, arrasando con las cosechas y enfermando con esas llagas negras al ganado, nada les ha podido mantener alejados, nada salvo ellas. Esta fue una noche silenciosa; cuando salimos por la mañana se la habían llevado. Tardarán unos meses en volver, pero no sé qué haremos ahora que sacrificamos a la última niña.

Hasta que decidimos volver a colgarla en la pared de la casa probamos con todo: cubos de sangre mezclada con vísceras de animales, terneros vivos, incluso crucifijos, pero fue inútil. Nadie que esté vivo les ha visto. Uno sabe que vienen porque las lechuzas callan esa noche, luego llegan al alba, arrasando con las cosechas y enfermando con esas llagas negras al ganado, nada les ha podido mantener alejados, nada salvo ellas. Esta fue una noche silenciosa; cuando salimos por la mañana se la habían llevado. Tardarán unos meses en volver, pero no sé qué haremos ahora que sacrificamos a la última niña.

condenada foto

05/05/2010

Hasta que decidimos volver a colgarla en la pared, sobre el cerco que había dejado entre las otras fotos familiares, habían pasado veinte años y un día.

lo táctil

03/05/2010

jugueteó con los dedos sobre el vientre táctil, tac, tic, tac, bajó un poco más, hasta pulsar la tecla adecuada, la electricidad de sus dedos chispeó por el aire hasta unas mesas más allá, donde se posó por fin en el terminal de su compañera, ésta le miró con la carcasa sonrojada, releyó el mensaje y contestó con un escueto y apremiante ‘vms’.

microrrelato perdedor de revista eñe, 3ª semana