e-sonrisa

28/10/2009

El hombre luce una inquietante sonrisa, como de saberse ganador. Antonio se frota los ojos y mira atónito el monitor, no conoce a aquel tipo. Busca a su alrededor para ver si se trata de una broma de sus compañeros, pero sólo encuentra miradas de desinterés cotidiano. El asunto del mensaje es un lacónico ‘fin’. La foto está hecha con una webcam y tiene mucho grano, sin duda, es ese el motivo porque el que Antonio no quiere reconocer que el cuadro del fondo se parece demasiado al que colgó la semana pasada, pero mucho menos que la mujer de al lado es Julia.

el error

25/10/2009

La sangre sobre la nieve es más roja, más humana. En todos estos años de retiro forzoso rara vez vi algún montañero merodear por aquí, bastaba con sacar la escopeta para que se largasen. Debí haberlo supuesto cuando desperté esta mañana y vi el muñeco de nieve: zanahoría, gafas de sol, bufanda y sombrero, un muñeco corriente, salvo por el piolet que sujetaba en su informe mano derecha. Busqué en los alrededores dispuesto a apretar el gatillo, pero no había nadie. Fui lentamente. Lo pensé, pensé en dispararle, pero me sentí ridículo. Cuando me acerqué lo suficiente vi mi error, sus ojos centellearon tras las gafas de sol, era ella. La mole saltó sobre mí y el piolet se clavó en mi pecho como una flecha. Se quitó la nieve de encima y comenzó a gritarme, pero ya no le escuché. La imágenes de su violación pasaron placenteramente por mi cabeza mientras se fundían con la nieve roja.

Pues este lo presenté a getafe negro generando otro bonito microrrelato perdedor.

la ventana

21/10/2009

Cielos, cómo brilla hoy el valle. Ahí llegan, no le soporto, con esa sonrisa de tonto, se creerá Gardel. ¡Ya vienen! ¿Has hecho el café? Porque qué verá ella, pero no tiene culpa, mi pequeña es sólo una niña. Esta Martina no ha rematado el clavo de la ventana y entra biruji. ¡Martina! ¡Si no fuera por esta silla ibas a ver! Hay que reconocer que tiene porte, pero si no fuera por las tierras lo iba yo a consentir. Uy, esa nube trae lluvia. Qué habría sido de mí si mi madre me hubiera dejado casar con Andrés. ¡El café! Y qué guapo era.

nostalgia

15/10/2009

Fresca, brillante, antihistamínica, así es ahora mi relación, sería perfecta si no fuera por esto último: tenemos bromas privadas, enemigos comunes y platos favoritos. Aunque no recuerde la última vez, hacemos el amor fresca y brillantemente. Pero, desde hace poco, mis ojos ya no vidrian cuando me mira, mi piel conserva esa tersura acorchada de los últimos años cuando pasa a mi lado y respiro con rutinaria tibieza cuando me susurra en plan Dietrich al oído. Así que ya ven, ahora voy menos abrigado, para escalofriarme alguna vez, me echo colirio a menudo y me he suprimido la pastillita de la tensión.

A juzgar por lo que se suele vivir cuando al montar en un taxi, al menos en la capital madrileña, uno nunca lo diría. Después de pasar con ellos ratos de Cope, de Jiménez Losantos, de Vidal, de escuchar alabanzas a Esperanza Aguirre, a Aznar y a otros, uno pensaría que están a favor de la economía de mercado, del laissez faire. Lo lógico, diría uno, sería que estuvieran a favor de que cualquiera con un coche y un mero trámite pudiera ejercer su profesión, como es el caso de otras muchas, y se manifestasen a favor de una mayor flexibilidad en el sector, pero no, piden más control, más regulación y más intervención. De modo que, muy sorprendido y, a pesar de que ellos no lo sepan y sabiendas de que cuando lo descubran se molesten, he llegado a una conclusión: los taxistas son socialistas.